DISCURSO DE EVITA DEL DIA DE LOS TRABAJADORES (1949)
Escrito por Eva Duarte de Perón – 1º de mayo 1949 – Pza. de
Mayo.
Evita1Evita: – Ante los vende patria, ante los mezquinos y
los egoístas, tenemos el sentimiento del desprecio. En nuestra patria ya no
existe la olla popular, ya no existe la desesperanza.
Compañeras y compañeros
Es con inmensa alegría que hoy festejamos el 1° de Mayo, día
del trabajador. Es un 1° de mayo de la época peronista, un 1° de mayo de
felicidad y alegría en todos los hogares argentinos y trabajadores de la
Patria.
Y es con inmensa alegría que vemos a esta muchedumbre
apretujada, no con las manos crispadas ni con gesto de rebelión, sino de
alegría y batiendo palmas para aclamar al Líder de los trabajadores, que fue el
hombre capaz de reivindicar la justicia social por tanto tiempo reclamada por
los trabajadores de la patria.
Este 1° de mayo no es el 1° de mayo de la impotencia, no es
el 1° de mayo en el que en todos los hogares de la patria había tristeza,
desolación y desesperanza.
Este es un 1° de mayo en que los obreros han desterrado toda
bandera foránea para enarbolar la azul y blanca, la mas hermosa de las
banderas, la nuestra, la de la Patria.
Hoy los obreros argentinos no entonan más que un himno, el
patrio, y no vitorean más que al General Perón, el realizador, el visionario,
el patriota que con sus sueños enarbola la justicia social cuando creara ese
magnifico edificio, que fue un poco de luz para todos los hogares proletarios
de la patria.
Hoy viene la masa trabajadora argentina a rendir homenaje al
general Perón; hoy viene la masa trabajadora argentina a festejar este 1° de
mayo que es un 1° de mayo de fiesta proletaria; hoy viene la masa trabajadora
argentina no como antes cuando desfilaba ante la indiferencia de los anteriores
gobiernos, que no tuvieron, tal vez por inercia, por incapacidad o por falta de
humanidad, el deseo ni la voluntad de aunar las fuerzas para tratar de llevar
un poco de felicidad a todos los hogares proletarios de la patria.
Es por eso que acepté orgullosa la invitación de la
Confederación General del Trabajo para dirigirles la palabra en nombre de la
más humilde de la patria.
Me siento orgullosa, porque hoy la mujer está de pie, ante
esta realidad peronista que vivimos todos los argentinos y que queremos que sea
para todos los argentinos del futuro a los que deseamos legarles esta época de
bonanza de que gozamos gracias al General Perón.
El general Perón, con sus sueños de patriota, en años
anteriores, creo allá, en la Secretaria de Trabajo y Previsión, el basamento de
la justicia social. Y creo algo más: la dignificación del obrero argentino.
Hoy, en la patria, todos tenemos personalidad, pertenecemos
a la era social del general Perón, y por lo tanto afrontamos la inmensa
responsabilidad de apoyarlo y de acompañarlo para que las futuras generaciones
no nos puedan censurar por el hecho de que habiendo tenido a un Perón, no les
hayamos legado a ellos la época de bonanza que estamos disfrutando nosotros.
Sabemos que estamos ante un hombre excepcional, sabemos que
estamos ante el líder de los trabajadores, ante el lider de la Patria misma,
porque Perón es la patria y quien no esté con la patria es un traidor.
La obra del General Perón es demasiado grande para que la
comprendan todos.
Únicamente el pueblo la comprende porque el pueblo mantiene
intactos los valores morales que nos legaron los grandes de nuestra patria.
La historia, con su juicio inexorable, nos encontrara al fin
del camino y nos dará la razón; y esos rezagados del despertar nacional no
tendrán más que una excusa: su mediocridad, su mezquindad de espíritu y su
traición a la clase humilde de la patria.
La obra del general Perón a favor de la clase trabajadora,
en pos de la libertad económica y de la soberanía de nuestra patria, es
demasiado grande para que la comprendan los espíritus mediocres y mezquinos.
La obra del general Perón se agiganta a la distancia y la
comprenden los humildes porque ellos son los que con su trabajo, su sacrificio
y su dedicación construyen la grandeza de la Argentina.
Por eso yo, en nombre de la mujer argentina, vengo no solo a
rendir homenaje al general Perón, sino a la clase trabajadora de la patria
porque son ustedes los que están construyendo la gran Argentina.
Ustedes acompañaron desde el principio al general Perón;
ustedes tuvieron la visión y la comprensión de que se encontraban ante un
hombre excepcional, ante un patriota que quema su vida desde el amanecer para
legar a los argentinos del futuro, sobre bases justas, una patria grande y
soberana.
Yo, que he vivido la difícil gestación de esta revolución,
sus incertidumbres y su culminación del 17 de octubre de 1945, cuando fui una
más confundida en las entrañas de mi pueblo querido; yo, que sé el cariño que
siente el general Perón por sus vanguardias descamisadas; yo, que veo al
general Perón quemar su vida en aras de la felicidad del pueblo trabajador
argentino, puedo decirles de tal pueblo, tal gobernante.
Y todavía existen incrédulos que preguntan: ¿Por qué hay
tantos peronistas en Argentina?
Hay peronistas por procedencia popular.
El pueblo grita: la vida por Perón.
Sí; la vida por Perón, porque si nos faltara él, tendríamos
horas escasas para el progreso nacional y para la felicidad de los hogares
humildes de la patria.
Yo sé que no habría un trabajador, un hombre humilde, una
mujer auténticamente del pueblo que no diera la vida en aras de la felicidad de
los argentinos y de la patria misma.
Dije que el pueblo humilde y trabajador de la patria era
peronista por conciencia nacional, por procedencia popular y por una fe
incontenible en el líder, el primer trabajador argentino, el general Perón.
Cuando la Patria estaba lesionada en sus sentimientos más
puros, cuando en los hogares argentinos se carecía de todo, cuando los
trabajadores no podían tender su mesa, cuando el niño estaba abandonado como lo
estaban los ancianos y cuando no había más que desesperanza para todos los
humildes y solo gozaban de felicidad cien familias privilegiadas, surgió un
hombre que, cansado de tanta injusticia y de ver sufrir a la patria dominada
por capitales foráneos sin bandera, creó la Secretaria de Trabajo y Previsión
para remediar tantos males.
Nosotros los descamisados, ante los vende patria, ante los
mezquinos y los egoístas, tenemos el sentimiento del desprecio, pero deseamos
que vivan para que vean la realidad del general Perón.
Por eso este 1° de mayo es un 1° de mayo que debe ser
ejemplo en el mundo convulsionado.
La fiesta de los trabajadores argentinos se basa en la
felicidad de los humildes que, nobles y bien nacidos, vienen a rendir homenaje
al lider de todos los trabajadores del mundo.
En nuestra patria ya no existe la olla popular, ya no existe
la desesperanza.
El general Perón no solo ha aumentado los salarios, sino que
ha hecho algo más: ha dignificado la vida porque ha dignificado al hombre por
el hombre.
En nuestra Patria ya no se entonan himnos extranjeros, sino
que se canta el nuestro y no se enarbolan trapos foráneos sino que se lleva la
inmaculada bandera azul y blanca.
En nuestra patria el 1° de mayo es el canto a la vida, a la
esperanza y las sonrisas.
Los labios del pueblo, que se habían hecho para la sonrisa,
por la inercia de los gobiernos despóticos y oligárquicos solo conocían el odio
y las negaciones.
Ellos son los culpables de que nuestro pueblo querido haya
sufrido tanto; ellos son los culpables de que el trabajador argentino haya
estado sumergido durante 50 años.
Pero la historia dará su juicio inexorable y debe hacer
justicia al general Perón y a nosotros.
A ellos los despreciamos olímpicamente, porque los
descamisados no podemos detenernos en nuestra marcha hacia la gran Argentina
que está creando para bien de todos, el general Perón, que sabemos, sueña,
lucha y trabaja a diario para llevar la felicidad a los 16 millones de
habitantes de nuestro suelo y por legar a los futuros argentinos una patria más
prospera, más justa y más grande que la que él encontró.
Hoy, vengo a rendir homenaje a este 1° de mayo en nombre de
las mujeres de mi patria, que salimos el 17 de octubre a defender al viejo
coronel Perón con nuestro corazón criollo que, sabemos, es el mismo que sigue
latiendo en el pecho de cualquier peronista, porque es el corazón glorioso del
descamisado de 1945.
En nombre de las mujeres de mi patria he abrazado el
apostolado de acompañar el general Perón, tratando de imitarlo y de comprender
su obra ciclópea y patriótica.
Es por eso que tengo una fe inquebrantable en el éxito y
unos deseos irrefrenables de quemar mi vida si con ello se alumbrara con la
felicidad algún hogar humilde de mi patria.
Quiero terminar con una frase muy mía, que digo siempre a
todos los descamisados de mi patria, pero no quiero que sea una frase más, sino
que vean en ella el sentimiento de una mujer al servicio de los humildes y al
servicio de todos los que sufren:
– Prefiero ser Evita, antes de ser la esposa del Presidente,
si ese Evita es dicho para calmar algún dolor en algún hogar de mi patria.
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